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Nutrición en la tercera edad informacion util

Aunque se dice que la vejez es una condición espiritual más que física, lo cierto es que son muy pocos los que llegan a una edad avanzada sin presentar todo tipo de achaques.

Es frecuente que con la edad, empiecen a aparecer ciertas dolencias físicas, como la diabetes, la hipertensión, el reumatismo, la artritis y la artrosis.

Adicionalmente a todas estas dolencias, la condición de las arterías de las personas de la tercera edad no suele ser óptima, puede ser determinante en lo relativo al estado físico como al mental.

A todos estos factores hay que agregarles otros de índole ambiental, que inciden también en la salud psíquica del anciano, sumergiéndolo en un estado de depresión.

Como pueden ser la ausencia de familiares o seres queridos y la sensación de aislamientos que le produce su imposibilidad de adaptación a un ritmo de vida moderna y agitada.

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Sin embargo, todo lo señalado anteriormente, con una dieta alimentaria y una clase de actividad adecuada a las posibilidades que supone la edad avanzada, puede ser posible mejorar la calidad de vida de nuestros ancianos de manera notable y, en consecuencia, con resultados gratificantes.

Causas que alteran el estado nutricional de los ancianos

Varias son las causas que pueden alterar el estado nutricional de los ancianos:

  • Alteración de la estructura de la boca.
  • Disminución de las papilas gustativas y de la capacidad olfativa.
  • Disminución de las secreciones salivares, dificultad en la deglución.
  • Tránsito esofágico más lento.
  • Menor secreción ácida en el estómago y frecuente atrofia de su mucosa.
  • Disminución del flujo sanguíneo, y de la actividad y metabolismo hepáticos.
  • Frecuente Intolerancia a la lactosa.
  • Presencia de patología asociada y medicación.
  • Aislamiento social y problemas económicos.
  • Incapacidad física para la selección y preparación de los alimentos.

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Necesidades nutricionales de los ancianos

a) Necesidades energéticas

Las manifestaciones del envejecimiento son atribuidas a una pérdida celular y reducción de su metabolismo, lo que se traduce en una pérdida de vigor y de estado de salud.

El metabolismo basal de las personas desciende un 3% cada año entre los 20 y los 80%. Junto a ello, y como norma general, las personas ancianas disminuyen la intensidad de la actividad física.

Todo ello se traduce en una disminución en general del gasto energético diario. Las necesidades energéticas deben ser calculadas teniendo en cuenta las fórmulas adecuadas para la misma:

Fórmulas de Harris-Benedict:

Varones: GEB = 66.5 + (13.74 x P) + (5.03 x T) – (6.75 x E)
Mujeres: GEB = 655.1 + (9.56 x P) + (1.85 x T) – (4.68 x E)

Fórmulas de la OMS:

Varones > 60 años: GEB = 487 + (13.5 x P)
Mujeres > 60 años: GEB = 596 + (10.5 x P)

b) Necesidades de proteínas

La masa muscular disminuye a medida que aumenta la edad, acompañándose de un aumento de la grasa corporal.

Aunque se supondría que la reducción la masa muscular daría lugar a una disminución proporcional del recambio de las proteínas, se ha demostrado que la renovación de proteínas corporales de un anciano no difiere significativamente de la del adulto sano, estableciéndose en 0.75 g/Kg de peso/día.

c) Necesidades de grasas

El interés de las grasas en la alimentación radica en la prevención del proceso de aterosclerosis y los beneficios del mantenimiento de unos niveles de colesterol (y sus fracciones LDL y HDL) adecuados.

Los niveles de colesterol se elevan en el momento del nacimiento, alcanzando un máximo a la edad de 50-60 años, para ir descendiendo progresivamente con la edad.

En individuos ancianos es conveniente reducir el consumo de grasas saturadas, al igual que en la población general, pero estableciendo unos objetivos no demasiado restrictivos que limiten y reduzcan su calidad de vida.

Así se debe asegurar una ingesta de grasas en torno a 30-35% del consumo calórico diario, manteniendo un aporte correcto de grasas polinsaturadas alrededor del 10%, para asegurar la ingesta de ácidos grasos esenciales con la dieta y de vitaminas liposolubles.

d) Necesidades de carbohidratos

La dieta de las personas ancianas debe contener un 45-50% de carbohidratos. Debe ser rica en fibra para asegurar una motilidad intestinal correcta.

Excepto en casos de contraindicación médica (diabetes), no es necesario reducir el consumo de azúcar en las personas de edad avanzada, ya que puede ser una fuente útil y muy palatable de energía.

e) Vitaminas y minerales

Los requerimientos de vitaminas y minerales no cambian en las personas de edad avanzada con respecto de los adultos. Sin embargo, calcio, hierro y zinc merecen una consideración aparte.

Calcio

Las necesidades de calcio de las personas ancianas tienen interés debido al problema de la osteoporosis (1 de cada 3 personas mayores de 65 años padece osteoporosis en nuestra sociedad).

En la osteoporosis factores hormonales, genéticos y la ingesta de calcio son fundamentales.

Se ha de tener en cuenta que las necesidades de calcio están determinadas por el contenido de fósforo y proteínas de la dieta. El aumento de proteínas de la dieta tiende a incrementar las pérdidas urinarias de calcio.

El contenido inadecuado de calcio puede ser resultado de una ingesta deficiente, de una pérdida de absorción del calcio por deficientes niveles de vitamina D (exposición a la luz e ingesta), o por exagerada eliminación producida por un aumento de las proteínas de la dieta y facilitada por el consumo de alcohol y cafeína.

Las recomendaciones diarias de consumo de calcio sugieren una ingesta de 1200 mg al día en el varón mayor de 50 años y de 1500 mg en la mujer posmenopáusica, y siempre acompañadas de un aporte de vitamina D.

No se recomiendan dosis de más de 2500 mg al día en ningún caso, por la posibilidad de producción de cálculos renales.

En la dieta, la leche y productos lácteos son las mejores fuentes de calcio.

Hierro

En las personas de edad avanzada no es infrecuente la aparición de anemia; sin embargo la deficiencia de hierro no es siempre la causa, y muchas veces son debidas a alteraciones digestivas, sobre todo por alteración en la absorción de vitamina B12.

Por eso, antes de utilizar suplementos de hierro es necesario investigar las posibles causas subyacentes.

En general, las necesidades de hierro en los ancianos son las mismas que en los adultos más jóvenes.

Zinc

Aunque la absorción de zinc disminuye con la edad, la deficiencia de este mineral no es frecuente en las personas con una alimentación saludable y equilibrada. Las recomendaciones dietéticas n el colectivo de personas mayores asciende a 15 mg/ día.

Vitaminas

En las sociedades industrializadas, el colectivo de mayor riesgo de deficiencias vitamínicas es el de los ancianos. La ingesta inadecuada puede producir alteración funcional, orgánica y clínica.

Las recomendaciones de vitaminas están siendo revisadas, ya que se observa una gran proporción de personal mayores con niveles límite de vitaminas.

El uso de megadosis de vitaminas no está indicado como profilaxis, ya que en las personas mayores la probabilidad de sobredosis es mayor.

Una dieta variada y equilibrada cubre las necesidades de minerales y de vitaminas de la mayoría de ancianos.

f) Agua

El porcentaje de agua corporal es mayor en los varones que en las mujeres, y tiende a disminuir con la edad. Un varón de 70 a 80 años tiene menos de un 60% de agua, y una mujer de la misma edad una cantidad inferior al 50%.

En algunas personas mayores la causa más importante de reducción en el peso es debido a la reducción del porcentaje de agua, debido a los cambios en la composición corporal (disminución de la masa muscular e incremento de la masa grasa) que provocan cambios en la regulación de la temperatura corporal con aumento de la tendencia a la deshidratación.

Cualquier alteración en el balance hídrico (relación entre la ingesta y pérdida de líquidos) puede poner en peligro la vida del individuo.

Es fundamental dar prioridad al seguimiento del balance hídrico de los ancianos, por el peligro de deshidratación. En un adulto, la pérdida de un 105 del agua del organismo determina trastornos evidentes, y la de un 205 puede causar la muerte.

Durante el envejecimiento existen varios factores que favorecen el desequilibrio del agua:

Disminución de la ingesta de agua causada por:

  • Disminución de la sensación de sed provocada por el envejecimiento.
  • Disminución de la apetencia y la tolerancia a determinados alimentos ricos en agua como la leche.
  • Disminución del acceso al agua, por pérdida de la autonomía física y psíquica.
  • Temor a beber y consumir alimentos ricos en agua por miedo a incrementar el riesgo de incontinencia urinaria, sobre todo por las noches.
  • Dificultades en la deglución, alteración de la cavidad oral, sequedad de la boca.
  • Dificultad en la manipulación de alimentos ricos en agua (por ejemplo sopas) por patologías como artrosis, hemiplejia, Parkinson.
  • Aumento de la eliminación por el propio envejecimiento del riñón, o debida a medicación, o enfermedades como diabetes e insuficiencia respiratoria entre otras.
  • En los ancianos debe recomendarse y procurar su consumo, como si de un medicamento se tratase. Debe recomendarse la ingesta de más de 8 vasos de agua al día (al menos 2 litros de líquido).

Es preferible que su consumo se realice entre comidas para evitar la dilución del jugo gástrico y la saciedad temprana, aunque se debe beber agua en las comidas pero no de forma excesiva.

Hay que evitar las aguas azucaradas y limitar las bebidas alcohólicas y las ricas en cafeína y cola. Cuando la ingesta de líquido es dificultosa, se puede proporcionar mediante el uso de agua gelificada.

Diego
Diego
¡Hola a todos, soy Diego! ¡Durante muchos años he estado involucrado en nutrición, dietas y alimentos de calidad! ¡En este sitio encontrarás muchas de mis ideas, sugerencias, consejos y curiosidades sobre el mundo de la comida! ¡En mi tiempo libre disfruto jugar al fútbol y pasear a mi perro!

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