Hasta hace unas decenas de años los investigadores científicos habían dictaminado que todo lo necesario para la alimentación humana eran los nutrientes esenciales:
proteínas, hidratos de carbono, grasas y aceites, vitaminas y minerales.
Se sabía que existían una gran cantidad de sustancias secundarias, como la fibra y otras, que los médicos naturistas siempre habían utilizado con gran éxito, pero las calificaron de nocivas para la salud humana, probablemente por no entender su papel y funcionamiento.
Es verdad que existían algunas sustancias tóxicas para el hombre, caso de la solanina en las patatas, o el ácido cianhídrico en las judías verdes.
Pero el hombre había aprendido a actuar contra estos productos, retirando las partes verdes de las patatas o cociendo bien las judías verdes.
Otras sustancias tóxicas lo son en una cantidad tolerable, nuestras encimas se ocupan de neutralizarlas, y el propio instinto del hombre sabía en qué cantidad tomarlas.
En cuanto a las fibras vegetales, se dictaminó que eran perjudiciales por ser indigeribles. Por este motivo oficialmente se recomendó eliminarlas, lo cuál dio un espaldarazo definitivo al mundo del refinado.
Todo el salvado de las harinas del trigo fueron destinadas a ser comida para animales. Unos animales que más tarde comería el hombre, esta vez ya sin la fibra.
Aproximadamente a partir de los años 60 algunos científicos empezaron a darse cuenta de que existían una abundante cantidad de sustancias secundarias en los alimentos vegetales, que eran imprescindibles para mantener la salud, realizando funciones como las siguientes:
- Prevención del cáncer
- Inhibición de virus, bacterias y hongos
- Prevención de coagulación sanguínea
- Refuerzo del sistema inmunitario
- Inhibición de inflamaciones
- Protección frente a los radicales libres
- Regulación de la presión arterial
- Regulación de la glucemia (azúcar en la sangre)
- Disminución de los niveles de colesterol
- Mejora de la capacidad digestiva
Existen miles de estas sustancias bioactivas ya catalogadas. Algunos ejemplos de los cuáles son los siguientes: fibra vegetal, betacaroteno, ácido fítico, flavonoides, saponinas, bacterias ácido lácticas, etc., muchas de las cuáles se conocen su efectos preventivos y favorecedores de la salud.
En la prevención del cáncer por ejemplo, investigaciones científicas recientes estiman que algunos de los vegetales que tienen sustancias bioactivas que lo previenen son los siguientes:
- Regaliz, jengibre, té negro, semillas de lino
- Cebolla, ajo zanahorias, repollo, pepino, patatas, apio, hierbas diversas, melón
- Soja, arroz integral, avena, cebada, trigo
En resumen, las sustancias bioactivas se encuentran principalmente en las leguminosas, cereales integrales, verduras y frutas.
Es decir, que el mundo vegetal provee al hombre de toda una variedad de sustancias imprescindibles para mantener la salud, que prácticamente no existen en los alimentos animales (salvo excepciones como las bacterias ácido lácticas en el Kéfir y yogures naturales).
Estos resultados dan la razón a filosofías naturistas como la Macrobiótica y otras, que se basan en la observación milenaria de la naturaleza humana y su interacción con el entorno, así como el sentido común.
Afortunadamente no ha habido que esperar a que la ciencia bendiga la aportación definitiva de los vegetales al mantenimiento de la salud, y la poca aportación de la alimentación animal en este sentido.
La Ciencia va muchas veces por detrás, necesita mucho tiempo para darse cuenta de situaciones triviales y las aborda de una forma demasiado desmenuzada, perdiendo la visión global.
Además, la mayor parte de las veces la Ciencia actual está directamente al servicio de la industria.
Con lo cuál sólo investiga en el sentido que más interesa a los patrocinadores, no hay más que ver las conclusiones de los estudios de las industrias lácteas, que gastan mucho dinero en justificar su producto.