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La alimentación infantil

Un problema actual con los niños es que no hemos cambiado el chip respecto a los tiempos de gran escasez, en que los niños pasaban muchas carencias.

En aquellos tiempos había que ocuparse de conseguir comida como fuera, y la obsesión por la comida de los niños era cuestión de supervivencia.

En los tiempos modernos seguimos con la obsesión por la comida de los niños pero la situación ha cambiado radicalmente, casi es la contraria. En muchos casos haríamos mejor en preocuparnos de que los niños pasen un poco hambre.

Además los niños utilizan esta aprehensión de los padres para someterles a diferentes tipos de chantaje emocional.

El resultado es que consideramos normales situaciones que no lo son:

Niños que comen mal, incluso no les gusta comer
Niños que comen demasiado o cada poco tiempo
Niños que comen de forma caprichosa (¡con tal de que coman!)
Crecimiento demasiado precoz, niños grandes (lo cuál pone muy orgullosos a padres y familias, pero que va a tener muchas consecuencias de salud)
Sobrepeso y obesidad, musculatura blanda, caldo de cultivo de posteriores celulitis y otras gorduras
En el extremo contrario, niños que les cuesta crecer de forma normal
Comportamientos dispersos e hiperactivos
Hipoglucemia

Múltiples enfermedades que se consideran normales pero que no lo son.

Muchas gripes o fiebres que se producen en los niños con mucha frecuencia, periódicamente, es la forma que encuentra el cuerpo de limpiar: el virus viene en ayuda y, sin embargo, tanto padres como médicos se ponen a luchar contra el virus, como se fuera el enemigo.

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La importancia de los buenos hábitos

Es importante que la comida de los niños sea sana en el sentido comentado. Pero sin unos buenos hábitos de comida es difícil que a un niño le apetezca comer bien.

Algunos hábitos ‘sanos’ a observar son los siguientes:

Dejar de obsesionarse con que el niño coma a costa de lo que sea. El niño tiene que comer porque tiene apetito de verdad, no comer por comer. En muchos casos los niños actuales no sólo comen comida de muy baja calidad y mal equilibrada, sino que están saturados de comida.

Regularidad en las comidas y horarios. Hay que evitar comer cada poco. El tentempié de media mañana o la tarde debe ser de tal manera que no impida la comida principal siguiente.

Comer comida. Los chocolates, chuches, helados, patatas fritas, etc. no son comida, por lo tanto deben ser una excepción, no una regla. Son comida de extremos y distorsionan el gusto. Al final no les gusta la comida normal.

No abusar de los lácteos (perfectamente prescindibles en una dieta sana, contribuye a crear demasiadas enfermedades a los niños).

En las comidas a diario beber agua. No beber tantos zumos, y si los toman que sea fuera de las comidas, entre horas, y si es posible naturales de verdad (de ecotiendas). Limitar al máximo los refrescos con gas y azucar.

Comer en la mesa, no comer de pie, ni viendo la tele.
Variar las comidas y los sabores, con objeto de no adquirir dependencias.

Particularmente debe tenerse cuidado con alimentos que crean dependencia y les mete en el círculo de extremos y sabores fuertes: dulces, chocolates, helados, queso y lácteos en general, refrescos, patatas fritas (salados), etc.

Controlar la suma total de azúcar en el día, es decir la cantidad total de galletas, frutas dulces, zumos, chocolate, etc. La cantidad de azúcar para los niños es como el alcohol en los mayores.

Menos pan y refinados, y más cereales y pasta integrales.
Si es posible comer con algo de tiempo antes de ir a dormir.

Los niños tienen diferentes necesidades que nosotros. Si tenemos un criterio, podremos ser flexibles, escuchar y saber interpretarles, incluso hacerles partícipes de sus decisiones.

Una alimentación más equilibrada

En muchos problemas emocionales de los niños interviene la alimentación, una mejor práctica nutricional y unos mejores hábitos contribuyen a fortalecer notablemente los aspectos siguientes:

El sistema nervioso
La concentración
La serenidad y estabilidad emocional
El humor y el comportamiento
La vitalidad
Regulación de la hiperactividad o hipoactividad
En resumen, un niño bien alimentado estará menos nervioso, y más centrado, feliz y vital.

Las prácticas comentadas pueden ser también una herramienta de enorme potencial para los colegios, que siguen la doctrina nutricional dominante, que dice algo así como que el calcio sólo se encuentra en los lácteos.

Que la proteína sólo se encuentra en los alimentos animales, que las leguminosas tienen hidratos de carbono (olvidándose que son la fuente de proteínas tradicional), no distinguiendo la calidad de un alimento refinado respecto a un integral, etc.

Ya hay algunos colegios que están utilizando una comida de calidad de verdad para conseguir un mayor equilibrio de los niños, con la consiguiente mejora en todos los ámbitos.

La alimentación de los niños y jóvenes merece mucha más atención de la que se le presta, también para ayudarles en su situación frente a los estudios, y en su comportamiento en general.

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María Fernandez
María Fernandez
Soy María, una chica de 30 años y me encanta el fitness. Siempre he sido muy activa y me gusta mantenerme en forma. Hago ejercicio regularmente y me cuido mucho con la alimentación. Me gusta sentirme fuerte y saludable, y el fitness me ayuda a mantenerme en forma y con energía.

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